¿No es propio de la noche hacer trampas
cuando querés estar tan tranquilo?
Estamos aquí desamparados,
aunque hagamos todo lo posible por negarlo.
Y Louise tiene un puñado de lluvia,
induciéndote a desafiarla.
Las luces parpadean en el galpón de enfrente,
las estufas tosen en esta habitación,
la estación de música suena suave,
no hay nada, realmente nada que quitar.
Sólo Louise y su amante abrazados
y estas Visiones de Johanna
que conquistan mi mente.
En el vacío callejón donde las damas juegan
a la gallinita ciega con el llavero
y las chicas de noche completa
murmuran sobre sus escapadas en el tren “D”,
podemos oír al sereno que enciende su linterna,
preguntarse si es él o son los demás los que están realmente locos.
Louise -está bien- está bien cerca,
es delicada, parece como un espejo;
pero hace todo demasiado conciso y claro
que Johanna no está aquí.
El fantasma de la electricidad aúlla en los huesos de su cara
donde estas Visiones de Johanna
han tomado ahora mi lugar.
El pequeño muchacho perdido
se toma demasiado en serio,
se jacta de su miseria,
le gusta vivir arriesgadamente
y cuando el nombre de ella sale a relucir
habla de darme un beso de despedida.
Está seguro de que tiene mucha cara
para ser tan inútil y todo
susurrando pavadas a la pared
mientras yo estoy en el hall.
¡Oh! ¿Cómo puedo explicarlo?
¡Oh, es tan difícil de entender!
Y estas Visiones de Johanna
me mantuvieron desvelado pasado el amanecer.
Dentro de los museos el Infinito es enjuiciado
las voces repiten: “así es como
debe ser la salvación dentro de un momento”
pero Mona Lisa debe tener tristezas de autopista,
lo podés decir por el modo en que sonríe.
Mira helarse la primitiva flor de la pared
cuando todas las mujeres de cara de gelatina estornudan,
escucha a ese con bigote decir, “¡Dios,
no puedo encontrar mis rodillas!”
Joyas y binoculares cuelgan de la cabeza de la mula,
pero estas Visiones de Johanna
hacen que todo parezca tan cruel.
El chismoso habla ahora a la condesa
que está fingiendo prestarle atención
diciendo, “nómbrame a alguien que no sea un parásito,
y saldré a rezar por él.”
Pero como Louise siempre dice,
“no hay mucho que ver, ¿eh, amigo?”
mientras ella se prepara para él.
Y Madonna todavía no aparece,
vemos este vacío camarín ahora corroído
donde la capa con que salía al escenario ondeó una vez;
el violinista camina ahora hacia la ruta
y escribe que todo vuelve donde pertenece
en la parte de atrás del camión de pescado que carga
mientras mi conciencia estalla.
Las armónicas tocan las notas esqueléticas y la lluvia
y estas Visiones de Johanna
son ahora todo lo que queda.